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El balear saltó a pista consciente de la importancia de terminar el partido por la vía rápida y con buenas sensaciones. Adquirir confianza y derrotar a un jugador experimentado y tan peculiar como Florian Mayer constituye una excelente noticia para el español, cuyo juego y, sobre todo actitud y movilidad, vaticinan emociones fuertes en el Open de Australia 2017.
El encuentro tuvo un guión claro en todas sus fases. El saque sostuvo al germano en la lucha pero se vio incapaz de poner en aprietos a un Rafa muy preciso al servicio, tal y como demuestran sus seis saques directos y el 70% de primeros saques.
El español supo cuándo era el momento de apretar los dientes e incrementar la intensidad al resto, efectuando roturas de saque en los momentos idóneos para ello. Mayer vio cómo cada vez que se acercaban los momentos cumbre de cada set, Nadal ofrecía un puntito más de potencia con su drive y se movía con más velocidad. Ni una sola pelota de break tuvo el alemán, que vio cómo el ganador del Open de Australia en 2009 impuso su ley.
Paso franco a la segunda ronda para el de Manacor, con la satisfacción del deber cumplido y tomando ritmo de competición sin desgastarse en exceso.
Su siguiente rival será el chipriota Marcos Baghdatis, que logró su clasificación gracias a la retirada de Mikhail Youzhny en el segundo set del partido que les midió. No será un compromiso sencillo para Nadal, aunque si el español juega a su nivel no debería tener problemas.