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Un balón al poste frustró el sueño de la selección nacional de fútbol siria de clasificarse para el Mundial de 2018 en Rusia, aunque no hizo perder la ilusión a sus jugadores, que han pasado del anonimato a convertirse en héroes en su país.
El director de la selección, Fadi Dabas, ya tiene el punto de mira puesto en la siguiente Copa de Asia, que se jugará en 2019 en los Emiratos Árabes Unidos (EAU).
«Pese a la guerra y la crisis que azota Siria desde 2011, sigue habiendo entusiasmo y fuerza en nuestros corazones. Esto viene por nuestro amor a la patria y hacia el país», afirmó Dabas, en declaraciones a Efe, mientras presenciaba un entrenamiento en el Estadio Tishrin, en el barrio damasceno de Baramke.
Tras ganar a Irán y Corea del Sur, Siria soñó con clasificarse por primera vez para un Mundial, aunque finalmente no fue posible tras su derrota de hace un mes frente a Australia en el partido de vuelta de la repesca para la copa del mundo.
Durante la competición, el equipo árabe «tuvo que elegir otro territorio para jugar, debido a las sanciones impuestas a Siria, porque muchos países árabes negaron los visados a los jugadores», indicó Dabas, quien recordó que fueron acogidos en Malasia.
Ya de vuelta a casa, el conjunto se prepara para batirse el próximo día 13 contra Irak.
Una chavalería inunda las gradas para jalear a sus ídolos, que juegan un partidillo de entrenamiento presidido por dos carteles gigantes del presidente sirio, Bachar al Asad, y su padre y antecesor en el cargo, el difunto Hafez al Asad.
Celebridades locales, como algunos actores, pasan por el estadio para ver el entrenamiento, mientras que «las águilas de Qasiún», como apodan al equipo rememorando el nombre del monte que rompe el perfil de Damasco, se afanan en ensayar remates, tiros a puerta y saques de esquina.
Ni los deportistas ni el público se inmutan cuando se oye en el estadio el sonido de algún proyectil cercano, resultado de las hostilidades en el extrarradio.
Dabas explicó que algunos jugadores compiten en ligas en el extranjero mientras que otros lo hacen en equipos locales.
«Ahora la Liga Siria es de las mejores en la región, tenemos clubes en Homs, Alepo, Damasco, Hama, Latakia», enumeró el director de la selección, que señaló que hay más aficionados que siguen la competición en los estadios.
El Presidente Assad con la selección de fútbol siria, a su regreso de la ronda de clasificación del Mundial de Moscú 2018. pic.twitter.com/3D5et7nA7I
— Esperanza (@pechosboys) 23 de octubre de 2017
Durante estos más de seis años de conflicto, la liga no ha sido suspendida, pero ha habido momentos en los que solo han jugado en ella dos equipos, Latakia y Damasco, «las dos ciudades más seguras», destacó Dabas.
Ahmed al Saleh, de 28 años, es defensa de la selección siria, aunque normalmente juega en China.
En 2011 abandonó su país e inició un periplo futbolístico que le llevó a Kuwait, Irak y Baréin hasta que en 2017 aterrizó en la liga china.
Al Saleh subrayó a Efe que decidió marcharse porque «la ambición que todo jugador tiene es llegar más allá y ser mejor».
«Yo lo intento como Cristiano Ronaldo, que es portugués pero juega en la liga española, por ello he estado en Kuwait y otros países en busca de mejorar mi carrera profesional», detalló.
En un lado del campo, las hermanas Yuman y Yihan, y su amiga Maya, observan el entrenamiento de las futbolistas.
Ellas son también deportistas y forman parte de las selecciones femeninas de triatlón y natación.
«Antes los veíamos jugar cuando pasábamos por aquí pero no los conocíamos, pero ahora son famosos y venimos expresamente a verlos», destacó Yuman, quien afirmó que no se han perdido los últimos partidos del equipo.
La selección ha insuflado ánimos a muchos ciudadanos de este país, escenario de una contienda desde marzo de 2011.
Y es que, como Al Saleh indicó, «aunque la política separa a la gente en opiniones opuestas, el fútbol ha unido a esta misma gente de nuevo por amor a la selección».