Real Madrid: sangre, sudor y conformismo

El Real Madrid se durmió en sus laureles. Las dos Champions consecutivas que agrandaron la vitrina merengue, aunque beneficiaron históricamente al club, perjudicaron el día a día de Zinedine Zidane y su gente. El francés no ha sabido mantener el registro ganador de un cuadro que está a 19 puntos del Barcelona en Liga, eliminado de la Copa del Rey y con el desafío del inspirado PSG en la Champions League.

Las piezas, prácticamente, son las mismas que las del glorioso 2017 en la que conquistaron cinco títulos de seis en juego. Pero el francés, lejos de retocar para alargar el proceso, prefirió amoldarse a lo que tenía. La tranquilidad sobrepasó al personaje.

La ausencia de Cristiano Ronaldo causó un golpe tremendo al principio de la campaña, después de la Supercopa de España en la que bailaron al Barcelona. Con el portugués suspendido por haber empujado al árbitro De Burgos en la ida de la copa, esos cinco partidos sin él no supusieron solo la pérdida de su máximo elemento goleador, sino que, una vez de regreso, le faltó la chispa para arrancar a tope.

Sin el portugués, con Karim Benzema en una de sus peores campañas –suma apenas dos goles en 13 duelos de Liga-, con un Gareth Bale intermitente a causa de las lesiones y sin un recambio de altura para un nueve como Álvaro Morata –víctima de la sobreprotección de Zidane a su compatriota Benzema-, la dependencia pasó al mediocampo. El dominio de balón no se tradujo en goles, pero ZZ prefirió seguir confiando en sus piezas a repotenciar el ataque en diciembre.

Descolgados de la Liga, la apuesta por la Copa del Rey tampoco fue alta. El técnico francés le dejó el peso a los jóvenes, amparado por el 0-1 ante el Leganés en la ida de cuartos de final. La vuelta, 1-2 en el Bernabéu sin Cristiano y sin Bale, maximizó la pesadilla en la Casa Blanca.

Zidane reconoció el error en la planificación del duelo, pero aún no hay síntomas de despertar ni en el banquillo ni en la secretaría técnica. ¡Cuánta falta le haría al Madrid un atacante como Edinson Cavani, incómodo en el PSG desde la llegada de Neymar, o un Harry Kane en plena alza de su juego con el Tottenham!

El duelo de octavos de final contra el París Saint Germain es la primera gran batalla para levantar en ánimo y resultado. Pero el conformismo sigue rondando en el cuartel de Zidane. ¿Llegará el sacudón necesario para que esta campaña no termine en “apenas” una lucha por clasificar a torneos europeos?