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Entre 1957 y 1969, Boston Celtics y Philadelphia 76ers se enfrentaron en ocho ocasiones en las finales de división del Este. La era de Bill Russel y los Celtics de Red Auerbach contra los Sixers de Wilt Chamberlain. Una rivalidad que venía de antes [entre 1953 y 1956 hay cuatro duelos] pero que los dos centers agrandan.
Ben Simmons y Joel Embiid contra la defensa de los Celtics. En temporada regular, Horford ha defendido al australiano y Baynes se ha peleado con Joel, pero con la aparición de Ojeleye en primera ronda y el fichaje de Monroe, puede haber sorpresas. Tremenda rivalidad.
Ni Kyrie, ni Hayward. El gran ausente, al menos en el primer partido -casi seguro- será Jaylen Brown. El sophomore lideró a Boston en anotación en primera ronda hasta caer lesionado en el séptimo partido.
JJ Redick y Marco Belinelli. Los anotadores de Philadelphia aspiran a ser un dolor de cabeza para Boston y la clave para decantar la balanza. Para Boston, Marcus Morris, nacido en Philadelphia.
Los Sixers son favoritos. Pese a no contar con el factor pista y la inexperiencia, han tenido una semana de descanso y llegan en plena forma y sin bajas al duelo. Sin nada que perder y con mucho que demostrar. Han recuperado a Markelle Fultz para la lucha y las figuras de Simmons y Embiid han demotrado que inexperiencia no es una palabra que conjuguen.
Pero Boston es Boston. La leyenda de los Celtics está por encima de jugadores y de lesionados: está en la ciudad, en el Garden. Además está Horford, un seguro de vida, Rozier y su bendito caos y Tatum, hasta que vuelva Jaylen. Y si hay séptimo, como esta semana, Boston estará lista para la guerra. De hecho la empezó ayer. Pero sobre todo, por él. Siempre él. La rivalidad nunca muere. CELTICS 4-3 PHILADELPHIA
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