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En el nombre de George Floyd, volvemos a recordar aquellas voces que impartieron paz y armonía en tiempos de asperidad.
No estamos celebrando el mes de historia afroamericana, ni el natalicio de Martin Luther King Jr., estamos luchando por las injusticias cometidas por un simple color de piel.
En medio de una pandemia con disputas políticas por todo el mundo, la muerte de George Floyd vino a exigir lo que Abraham Lincoln redactó hace 157 años en la Proclamación de Emancipación.
En un país lleno de atletas de color, reconocemos a los Cassius Clay’s o a los Jackie Robinson’s, pero si vamos más allá de estas gigantes estrellas, la cultura afroamericana ha persistido aún y cuando ha sido marginada.
Jack Johnson, Althea Gibson, Bill Russell y Wilma Rudolph, extrajeron lo realmente importante en sus respectivas disciplinas.
Unos nombres pueden sonar más que otros, pero recordamos a aquellos que siguen con nosotros y a los que se encuentran con Floyd, donde quiera que estén.
Jack Johnson
En una época segregada por la leyes de“Jim Crow”, Estados Unidos pareciera regresar a los años de plantaciones y compra-venta de esclavos.
Los afroamericanos eran (o son) constantemente divididos de los blancos y así mismo, también las oportunidades. Al sur del país, en Galveston, Texas, se encontraba el joven Jack Johnson, un afroamericano dispuesto a pelear 15 asaltos por un dólar con cincuenta.
Entrando a un nuevo siglo con 22 años de edad, ya era reconocido como el verdugo de la raza blanca, pero hasta 1908 logró tener su primera oportunidad al campeonato de peso pesado.
La pelea se llevó a cabo en Sydney, Australia por cuestiones de seguridad, su contrincante sería el flamante Tommy Burns, quien iría por su décima cuarta defensa.
El gigante de Galveston aniquiló al pobre Burns desde los primeros asaltos pero la gente empujaba y le gritaba a Burns para que no perdiera, en el decimocuarto asalto la policía de Sydney había visto suficiente y pararon la pelea a favor de Jack Johnson.
El primer pugilista afroamericano en ganar un campeonato mundial. Johnson no le temía a nada y a nadie, él siguió peleando hasta los 50 y siempre impulsó a su raza a salir adelante, a que no temieran de los demás.
Convicción
Lastimosamente a Johnson no se le recordaba únicamente por ser un gran campeón. Un día cualquiera, él iba conduciendo con su novia (caucásica) dando un paseo, cuando lo pararon en la frontera del estado de Illinois.
En 1920 fue injustamente imputado por violación de Mann Act (por transportar a una mujer entre estados por «motivos inmorales» claramente un motivo racial y tuvo que servir un año en prisión, esa mancha estuvo a su lado hasta su muerte en 1946.
Casi 100 años después de dicho suceso, en el 2018 Donald Trump (a petición de Sylvester Stallone) exoneró a Jack Johnson de los cargos por trata de blancas, su trayectoria inspiró a una generación de campeones afroamericanos.
Sin su valor, no hubiéramos tenido a pugilistas como Joe Louis, Ray Robinson, Muhammad Ali y Tommy Hearns.
Althea Gibson
En un deporte predominantemente blanco jamás se pensó que una mujer afroamericana forzara a las autoridades de dichos torneos para dejarla entrar.
Althea Gibson vivió gran parte de su vida en el duro barrio de Harlem en la década de los años 40, fue ahí donde aprendió de “saques” de una manera singular, siempre feroz, siempre extrovertida.
Dominó el torneo de ATA (American Tennis Association), quienes fueron creados para la raza de color, ya que no se les dejaba competir en los Majors internacionales.
Gibson recibió amenazas por alzar su voz contra las autoridades de Wimbledon y del US Open, logró dar el lugar que se merecen los afroamericanos en la década de los años 50.
A mitad de sus vapuleadas victorias en torneos locales, en 1950 se le dio la oportunidad de competir en el US Open, al año siguiente también tendría su lugar en Wimbledon. La primera persona de color en romper estas barreras.
Individualmente, Gibson ganaría dos veces el US Open y Wimbledon (1957,1958), el French Open en 1956, en dobles obtendría 3 veces el título de Wimbledon (1956,1957,1958), 1 French Open (1956) y 1 Australian Open (1957).
Gibson fomentó el deporte en la comunidad afroamericana y en las mujeres, adquiriendo varios cargos nacionales a través de los años hasta su muerte en el 2003.
Bill Russell
Lo reconocemos por los once anillos que adornan sus manos gigantescas, pero Bill Russell posiblemente es el jugador y la persona más subestimada de la NBA.
Como jugador ganó dos campeonatos nacionales (1955,1956) con la Universidad de San Francisco, pasando a los Celtics de Boston en la primera ronda donde creó la hegemonía más longeva en el baloncesto. 5 MVP’s, 12 veces llamado al juego de estrellas, 11 títulos en 13 temporadas, 8 de forma consecutiva (1959-1966) y dos como entrenador/jugador (68,69) etc.
Bill está catalogado como la primera superestrella afroamericana en el baloncesto, revolucionó la posición como centro, pero también fuera de la cancha revolucionó la manera en cómo se veía a las personas de color.
En 1963 participó en la marcha de Washington donde Martin Luther King dio su famoso discurso de “I have a dream”, defendió a Muhammad Ali al oponerse frente la Guerra de Vietnam y hasta el dia de hoy, a sus 86 años se opone a los discursos de Donald Trump vía Twitter.
Wilma Rudolph
El nacer prematuramente en 1940 no fue un impedimento para Wilma Rudolph, tampoco el tener polio en su pierna izquierda, ¿crees que las complicaciones por una neumonía la podrían parar? Te invito a re considerarlo.
La afroamericana de Betlem, Tennesse, nació, vivió, y luchó contra todas las adversidades que la vida le antepuso. “Skeeter” como le solían decir sus colegas, debutó a los 16 años en los Juegos Olímpicos de Melbourne en 1956, a tan corta edad se llevó la medalla de bronce en la carrera de relevos de 400m.
Ella quería más y sabía que podía dar más, así que durante los próximos 4 años se preparó día y noche para Roma 1960, donde sorprendió a todos al ganar los 100m, 200m y los 4x100m.
Siendo la primera mujer norteamericana en conquistar 3 medallas de oro en un Juego Olímpico. Wilma ya no tenía nada que demostrar, ella logró en 20 años lo que una persona supera en una eternidad.
A los pocos años de Roma, Wilma regreso a Tennessee donde creó su fundación para ayudar atletas como ella. Dedicó su vida a pelear batallas hasta que se enfrentó su máximo rival.
Sus últimos años de vida fueron consumidos gracias a un tumor cerebral y Wilma falleció a sus 54 años de edad haciendo lo que más le gustaba… luchar.
Gracias Floyd
George Floyd no murió en vano, marcó un momento culminante para Estados Unidos.
En las exquisitas palabras de Bill Withers, “A veces en nuestras vidas todos tenemos dolor. Todos tenemos pena. Pero si somos sabios, sabemos que siempre hay un mañana.”
Los que seguimos en este mundo tenemos la obligación de trabajar para dejar una brecha y ejemplo como el que dejaron estas admirables figuras.
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