La imborrable historia de Abebe Bikila

Un bello atardecer caía sobre la Piazza di Campidoglio, los corredores se preparaban para una excelente velada maratónica. Entre los 69 competidores, sobresalía uno en especial. El etíope Abebe Bikila, un campesino que se marchó a la capital para convertirse en uno de los hombres de seguridad de Haile Selassie.

Lo impactante no fue su llegada a Roma, lo impactante fue verlo en la marca de inicio descalzo, esperando el pitazo para correr un poco más de 42 kilómetros. A más de 20 años de la Segunda Guerra ítalo-etíope, Bikila sentía un adeudo con su nación. No obstante, la leyenda de Abebe Bikila comenzó el 10 de Septiembre de 1960.

La carrera

Se escucha el disparo y los corredores comienzan una extensa travesía por la Ciudad Eterna. Después de media hora hay una separación significativa entre un grupo de corredores y el resto de la competencia. En aquel grupo se encontraba el marroquí y favorito para ganar la competencia, Rhadi Ben Abdesselam.

Sin embargo, sorpresivamente Bikila mantenía un increíble paso descalzo, en un circuito mayoritariamente conformado por concreto y rocas. Por las Termas de Caracalla, la competencia se percibía como una mínima amenaza. Era momento de acortar el grupo, de ver quién tenía las agallas para romper el récord mundial de Sergei Popov (2:15:17.0) y olímpico de Emil Zátopek (2:23:03.2).

En total oscuridad, Abebe Bikila y Ben Abdesselam pasaban el hermoso paisaje de Vía Apia. En el penúltimo checkpoint de la carrera, los dos fatigados por la humedad del ambiente, buscaban terminar la carrera vivos o muertos.

Más que visión, su mejor aliado era el instinto, la ruta era prácticamente nocturna en aquel momento. Nunca en la historia olímpica se había presenciado tal hazaña como la que presenciaban los italianos.

El esfuerzo de ambos era aplaudido por todos los habitantes, pero a pocos metros se iluminaba el Arco de Constantino. Bikila aprovechó la adrenalina y dio el último estirón con sus pies raspados y llenos de tanta historia. Quien pensaría que después de 20 años de la Guerra ítalo-etíope en Abisinia, un africano volvería a para hacer honor a la historia. No con violencia, sino con gallardía y pasión.

Abebe Bikila ganó la prueba rompiendo el récord con 2:15:16.0, por primera vez un etíope ganaba una medalla olímpica. Ovacionado por unos y respetado por otros, Bikila representó a su país de la única manera que se podía; “Quería que el mundo supiera que mi país, Etiopía, ganó siempre con determinación y heroísmo”.


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