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La mística púrpura y oro de los Lakers ha sido tejida a lo largo de décadas, creando una leyenda imborrable en la historia de la NBA. Exploramos la élite de los élites, los 10 jugadores que han elevado el juego y el orgullo del equipo a niveles sin precedentes.
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Kobe Bryant
Leyenda indiscutible del baloncesto, trazó una narrativa única repleta de hitos que lo consagran como uno de los grandes deportistas de todos los tiempos. Desde su debut extraordinario en la NBA en 1996, proveniente directamente de la escuela secundaria, hasta liderar a los Lakers junto a Shaquille O’Neal en la consecución de tres títulos consecutivos (2000-2002), Bryant dejó una dinastía imborrable.
En el memorable año 2006, dejó al mundo boquiabierto al anotar 81 puntos contra los Toronto Raptors, estableciendo la segunda mayor puntuación en un solo juego de la NBA. Su etapa post-O’Neal lo vio como la estrella solitaria que llevó a los Lakers a dos títulos consecutivos en 2009 y 2010. Con 18 selecciones All-Star y la distinción de ser el cuarto máximo anotador en la historia de la NBA, Bryant dejó un legado de grandeza.
El 18 de diciembre de 2017, los Lakers inmortalizaron su número de camiseta, 8 y 24, en un gesto único en la NBA. La trágica pérdida de Kobe Bryant en un accidente de helicóptero en enero de 2020 conmovió al mundo, pero su influencia como faro de determinación, dedicación y éxito sigue resonando en el deporte y la cultura.
Earvin «Magic» Johnson
Maestro indiscutible del baloncesto, forjó su leyenda en los Lakers, redefiniendo el juego y dejando una marca indiscutible. Desde su ingreso en 1979 hasta su retirada en 1991, guió al equipo hacia la grandeza, acumulando cinco títulos de la NBA en nueve apariciones en las Finales. Sus habilidades únicas y versatilidad en la cancha lo erigieron como el faro del equipo, ganando tres MVP de las Finales y un MVP de la Temporada. En los Juegos Olímpicos de Barcelona 1992, brilló como parte del Dream Team, asegurando el oro y cimentando su estatus como leyenda del baloncesto.
Más allá de los logros deportivos, la valentía de Magic se evidenció en 1991 al revelar su diagnóstico de VIH. Su legado persiste como un ícono del baloncesto y un líder que trasciende las canchas, dejando una huella imborrable en la historia del deporte.
Kareem Abdul-Jabbar
Conocido previamente como Lew Alcindor, dejó una marca imborrable en la historia del baloncesto. A lo largo de sus 20 temporadas en la NBA con los Milwaukee Bucks y los Los Angeles Lakers, Abdul-Jabbar cosechó logros asombrosos. Fue seis veces MVP de la NBA, 19 veces All-Star, y su habilidad para anotar con su característico tiro gancho lo convirtió en uno de los mejores anotadores de la liga.
Su contribución fue esencial en la victoria de seis campeonatos de la NBA y en la consolidación de la era Showtime de los Lakers. Abdul-Jabbar, quien ostentó el récord de puntos en la carrera de la NBA hasta que fue superado por LeBron James en 2023, sigue siendo una figura destacada en la historia del baloncesto, reconocido como el mejor pívot de todos los tiempos.
Además de sus hazañas en la cancha, Abdul-Jabbar se destacó en diversas áreas. Desde su época en la escuela secundaria, donde lideró a su equipo a 71 victorias consecutivas, hasta sus días universitarios con los UCLA Bruins, ganando tres campeonatos nacionales, su legado trascendió el baloncesto.
Shaquille O’Neal
Conocido coloquialmente como Shaq, dejó una marca imborrable en la historia del baloncesto con su imponente presencia y habilidades dominantes. Siendo un jugador imponente, se erigió como uno de los pívots más formidables de la NBA durante sus 19 años de carrera, defendiendo los colores de seis equipos y cosechando cuatro campeonatos.
O’Neal fue la primera selección del draft de la NBA en 1992, reclutado por Orlando Magic. Su impacto fue inmediato, llevando al equipo a las Finales de la NBA en 1995. Sin embargo, fue con los Lakers donde Shaq alcanzó la cima, logrando una impresionante hazaña de tres campeonatos consecutivos de 2000 a 2002. Shaq brilló también en el ámbito internacional, obteniendo el oro olímpico en 1996 y liderando a la selección en el Mundial de 1994 en Canadá.
Entre sus numerosos logros individuales se encuentra el MVP de la temporada en 2000, ocho apariciones en el mejor quinteto de la NBA, tres MVP de las Finales y tres MVP del All-Star Game.
LeBron James
King James, es ampliamente reconocido como uno de los mejores jugadores en la historia del deporte, siendo objeto de comparación constante con Michael Jordan en debates sobre el mejor jugador de baloncesto de todos los tiempos.
James ha participado en 10 Finales de la NBA, ganando cuatro campeonatos y llevando a los Lakers a la victoria en las finales del 2020 ante el Miami Heat, y también a la inaugural NBA Cup en 2023.
A nivel individual, LeBron es el máximo anotador en la historia de la NBA (en 2023 superó a Kareem Abdul-Jabbar) y ocupa el cuarto lugar en asistencias. Ha ganado cuatro premios al Jugador Más Valioso (MVP), cuatro premios al Jugador Más Valioso de las Finales, tres premios al Jugador Más Valioso del All-Star Game y fue nombrado el Jugador Más Valioso de la NBA Cup inaugural. Con 20 selecciones para el All-Star Game y 19 apariciones en el primer equipo de la All-NBA Team (incluyendo 13 selecciones en el primer equipo), su impacto en la cancha es innegable.
Jerry West
La carrera profesional de West floreció en los Los Angeles Lakers durante 14 temporadas, contribuyendo de manera crucial al campeonato de la NBA en 1972. Apodado «Mr. Clutch» por su destreza en momentos cruciales,
West fue un constante miembro del mejor quinteto de la NBA en diez temporadas, aunque curiosamente nunca se llevó a casa el premio al Jugador Más Valioso. Su consistencia y legado lo catapultaron al Salón de la Fama en 1980.
Sin embargo, la influencia de West va más allá de su juego excepcional, ya que su icónica silueta adorna el logotipo de la NBA, siendo apodado «The Logo». Su conexión con el baloncesto persiste, tomando roles directivos ligados a la NBA. Desde sus triunfos olímpicos en Roma en 1960 hasta su contribución continua, se erige como una figura emblemática que ha dejado una marca indeleble en la historia del baloncesto.
Elgin Baylor
Dejó un legado imborrable en sus 14 temporadas con los Minneapolis/Los Angeles Lakers. Su brillante carrera como alero lo llevó a ser seleccionado en el mejor quinteto de la NBA en diez temporadas y a participar en 11 All-Star Games. Aunque el título de Jugador Más Valioso le fue esquivo, su trascendental impacto en el baloncesto lo catapultó al Salón de la Fama en 1977 y lo consagró como uno de los 50 mejores jugadores en la historia de la NBA en 1996.
Ingresó a la NBA como la primera elección del Draft de 1958 de la mano de los Lakers. Nombrado Novato del Año, contribuyó significativamente a llevar al equipo a siete finales de la NBA. Su retiro en la temporada 1971-72, marcado por una lesión de rodilla, precedió a la histórica racha de 33 victorias consecutivas de los Lakers. Más allá de su legado como jugador, Baylor dejó su huella como entrenador y ejecutivo, siendo nombrado Ejecutivo del Año de la NBA en 2006.
James Worthy
Dejó una huella indeleble en la NBA durante sus doce temporadas con los Los Angeles Lakers. Con una estatura de 2,05 metros y jugando como alero, Worthy fue clave en tres títulos de la NBA (1985, 1987 y 1988), electo siete veces All-Star y nombrado MVP de las Finales de la NBA en 1988. Su papel esencial en la era del «showtime» bajo Pat Riley lo consagró como una figura fundamental en el éxito de los Lakers.
Proveniente de la Universidad de Carolina del Norte, donde ganó el título de la NCAA en 1982, Worthy fue la primera selección del Draft de la NBA de 1982 por los Lakers. Su conexión con Magic Johnson y Kareem Abdul Jabbar lo convirtió en un finalizador excepcional, destacando en el séptimo partido de las Finales de la NBA de 1988 con un triple-doble. Apodado «Big Game James», su número 42 fue retirado por los Lakers, y en 2003, ingresó en el Salón de la Fama del Baloncesto. Tras su retiro, ha continuado contribuyendo al baloncesto como comentarista y en roles ejecutivos en la industria del marketing.
Wilt Chamberlain
Fue uno de los baloncestistas más dominantes y destacados de la NBA. Su estatura imponente de 2,16 metros y su habilidad como pívot lo llevaron a disputar 14 temporadas en equipos como Philadelphia/San Francisco Warriors, Philadelphia 76ers y Los Angeles Lakers, dejando una huella indeleble en la historia del baloncesto profesional.
Conocido como «Wilt the Stilt» o «The Big Dipper», Chamberlain no solo fue el único jugador en anotar 100 puntos en un solo partido, sino que también dominó las estadísticas con múltiples temporadas promediando más de 30 puntos y 20 rebotes por juego. Su legado trasciende la cancha, incursionando en entretenimiento, negocios y escritura, y su impacto en el mundo del baloncesto y el deporte perdura, incluso después de su fallecimiento el 12 de octubre de 1999, como parte esencial de la rica historia de la NBA.
George Mikan
Con una estatura imponente de 2,08 metros, Mikan se destacó como la primera «superestrella» de la NBA, jugando siete temporadas con los Minneapolis Lakers y una en la NBL con los Chicago American Gears. Apodado «Mr. Basketball», su técnica única lo convirtieron en un jugador dominante, ganando siete campeonatos y recibiendo reconocimientos como el MVP del All-Star Game.
El legado de Mikan va más allá de la cancha, contribuyendo a cambios en las reglas del juego, como la «Regla Mikan» y la introducción del reloj de 24 segundos. Su influencia se extiende a la fundación de la American Basketball Association (ABA) y al establecimiento de los Minnesota Timberwolves. Aunque enfrentó desafíos personales, incluida una batalla contra la diabetes que lo llevó a su fallecimiento en 2005, su impacto en el baloncesto y su lucha por los derechos de los jugadores retirados aseguran su lugar destacado en la historia del deporte, siendo honrado en el Salón de la Fama.
El legado de los Lakers
La marca de los Lakers no solo es sinónimo de éxito en la cancha, sino que también ejerce una fuerza imponente en el mundo del deporte. La icónica franquicia ha trascendido las fronteras de la NBA, convirtiéndose en un fenómeno global que captura la atención de fanáticos y no fanáticos por igual. La estampa púrpura y dorada no solo representa títulos y leyendas del baloncesto, sino que encarna un estilo de juego apasionado y una mentalidad de victoria.
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