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Casi una semana desde el Gran Premio de Australia y en todos los foros de Fórmula 1 aún se sigue subrayando la gran victoria de Carlos Sainz en la carrera de Melbourne. Una montaña rusa como el propio Sainz citaba, una montaña rusa este principio de temporada para el español. Un notable comienzo en Bahrein con el podio seguido de una no participación en Jeddah debido a su operación de apendicitis. Recuperación contrarreloj para llegar a Melbourne y no sólo llegó, ganó la carrera con un ritmo soberbio sesión a sesión y sobre todo, en carrera.
Esta montaña rusa ya había iniciado antes del campeonato con la noticia de que en 2025, ya no estaría en Ferrari. Algo que puede hundir al piloto más soberbio a él le ha espoleado para mostrarse quizá más competitivo y fino en su pilotaje que nunca. Como prueba, su desempeño en las dos carreras que ha disputado y el resultado en las mismas.
Ingredientes para el que puede ser su mejor año
Carlos Sainz siempre ha sido un hombre que cohesiona el equipo, trabajador incansable y muy útil a la hora de ayudar al desarrollo del coche y siempre con un buen feedback con los ingenieros. Pero quizá su mejor punto fuerte es la regularidad, un factor que todo equipo busca y es garantía, clave por cierto a la hora de su fichaje por Ferrari. A lo largo de toda su trayectoria en Fórmula 1, Sainz siempre ha sido sobresaliente en esa regularidad, si cabe, con unas segundas partes de temporada habitualmente mejores que las primeras. Si el piloto madrileño mantiene esas características en este año con su mejor comienzo de temporada su año puede ser sobresaliente.
A todo ello hay que sumarle algunos puntos clave que pueden ser determinantes. Estos son primeramente, esa necesidad de ganarse «novias» en clave equipos, de cara a un futuro en el que necesita un volante y, Audi, Red Bull, Mercedes o Aston Martin pueden ser opciones. El cartel de Sainz en Fórmula 1 es muy bueno por su trayectoria en la misma, resultados, pilotaje, seriedad, trabajo y mezcla de experiencia y una edad adecuada, pero si además cuaja su mejor año, el interés se multiplicará.
Otra clave es el propio monoplaza, el SF-24 se adapta mejor al pilotaje de Sainz y máquina y piloto están mezclando a las mil maravillas, a su vez, el Ferrari ha reducido distancias con Red Bull y es un coche infinitamente más confiable y con mayor rendimiento que el SF-23. La última clave es nuevamente la salida de Ferrari. Sainz ha mirado siempre por el equipo, este año está más liberado para competirle a Leclerc cara a cara y ya se está viendo, a su vez, está más liberado de un trabajo de desarrollo que Leclerc si tendrá que hacer ya que él si seguirá en Maranello. Por tanto, Sainz se puede centrar mucho más en pilotar.
Una victoria que refleja el ADN de Carlos Sainz
Si cuando finalizó el Gran Premio de Bahrein alguien hubiera dicho que en Australia ganaría Sainz, seguramente cualquiera hubiera respondido que seguramente, ni podría competir en Melbourne. Pero Sainz, al igual que su padre, es trabajador incansable y siempre con un afán de superación inquebrantable.
Tras el gran comienzo en Bahrain venía un golpe duro para Sainz, al igual que lo fue el anuncio del fichaje de Hamilton por Ferrari, esta vez era una apendicitis con su posterior recuperación, para la cual sólo tenía 15 días. El piloto madrileño hizo gala de ese ADN marcado por el trabajo, esfuerzo y determinación en los objetivos… Siempre desde el silencio y la constancia, y llegados a Melbourne ahí estaba Carlos Sainz al volante de su Ferrari.
Desde la primera sesión y para sorpresa de todos Carlos se mostró fuerte, con ritmo, estando arriba en los tiempos y llegados a qualy el español firmó el segundo mejor crono sólo por detrás de Max Verstappen. En carrera, además de una excelente salida, Sainz superó a Verstappen antes de que este tuviera que abandonar, a partir de ahí, Carlos realizó una carrera sobresaliente, con un ritmo que nadie era capaz de seguir y gestionando cuando debía. Victoria de Sainz, victoria del trabajo y toda una prueba de que tras un revés, hay que levantarse, porque nunca se sabe lo bueno que está por venir.
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